NOSTALGIA

Un destello de luz incandescente ha iluminado mis pensamientos con la más fascinante revelación, una que desde mi deseo, debió haber llegado hace mucho tiempo atrás. No es tiempo de reproches, apenas puedo con la emoción de verme a través de mi consciencia iluminada. Debo atrapar estas imágenes antes que se desvanezcan en la cotidianidad de mi vida y en este momento plasmo el gran momento que estoy viviendo. 

Por décadas caminé, consciente de que estaba en una búsqueda implacable, interminable y con la idea de jamás rendirme, por senderos que solo me llevarían a la comprensión de esta existencia, ¡de mi existencia! A veces con tanto dolor que era insostenible, otras con miedo y angustia y otras tantas, llenas de reproche por las experiencias vividas. 

No ha sido fácil ver como las huellas de la soledad han dejado marcas en mi cuerpo y en mi alma, pero aquí estoy, con la frente en alto en medio de la nada, para darme cuenta de que me faltaba algo por hacer...¡Unificarme! 

Cuando tu mirada solo está en aquel horizonte que deseas conquistar, te pierdes de ver los pasos que has dejado atrás y las huellas que marcaste en todo aquel que pasó por tu vida y en este recorrido tu tiempo se esfuma como el champán.

Qué 7 de julio tan maravilloso, que domingo tan esclarecedor, en medio de esta tormenta de incertidumbre, ha brillado el sol de formas que solo puedo percibir como obsequios de seres luminosos que me han acompañado por siempre.

Puedo ver finalmente, cómo cada paso que di, cada riesgo que tomé, cada aventura que asumí, cada dolor que acepté, me dejó un talento, una habilidad, una facultad, una visión que fue sumándose a la consciencia de mi vida en esta existencia, sin embargo, aunque podía ver superficialmente que iba acumulando experiencia y conocimiento, no lograba ver lo importante, ¡a mi misma como un todo unificado!, una completitud necesaria para la concepción de la divinidad en uno mismo. 

Es una tarde de reencuentro con la consciencia, el alma, el cuerpo y la materia donde se relvela una historia de cómo cada faceta de mi, se instala en mi interior, acomodándose naturalmente para ser reconocida al lado de todas las demás como tesoros invaluables que por años estuvieron ocultos a la luz de mi propia realidad.

Dejé de ser la misma de ayer, ahora soy la sumatoria de todas mis partes reconocidas y valoradas que desean emerger a la materia para continuar el ciclo regenerador de la energía que se entrega con amor y desde el equilibrio. 

Voy a reconocerme en mis múltiples facetas resultantes de las experiencias que vivi en consciencia y a valorarlas a través de la aceptación de la compensación que necesito como unidad, para mantener el flujo de la divinidad dentro y a través de mi.

Tanto tiempo perdí observándome como una isla, aferrada solo a la idea de la dureza de cada aprendizaje que debía tener, más nunca imaginé que soy la integración de todo lo que hasta hoy he vivido y mucho menos que debía equilibrarse la valoración de todo dentro de esta realidad. 

Solo hasta este momento se me reveló la conexión de la energía de la materia con las herencias paternas que por amor elegí cargar en mi espalda. La idea de que la energia del amor se entregaba sin medida, sin limites, sin la consciencia de que al no haber retribución, la energía se agota y finalmente dejamos de evolucionar.

He cargado con la escasez, los faltantes, a veces con la miseria, porque no podía ver quién era yo y qué represento en esta vida. No le di valor a cada uno de mis viajes, de mis aprendizajes, de mi evolución, solo hasta hoy puedo verlo. 

De ahora en adelante el viaje que deseo realizar, no es para descubrir, sino para unificar, integrar, reconocer, valorar, disfrutar del reconocimiento y la compensación que mantienen la energía, la abundancia y la prosperidad en constante movimiento.

Soy una nueva versión de mi consciencia en espera de verse reflejada en la materia de esta realidad.















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